La meditación es una práctica conocida hace muchos siglos y sus beneficios han sido estudiados y reconocidos por distintas culturas, teniendo diferentes significados según su contexto. Particularmente, la meditación se ha practicado desde la antigüedad como un componente de distintas religiones y creencias. Sin embargo, en la actualidad se sabe que meditar consiste en un estado acrítico de auto-observación, como también consiste en realizar una actividad que conduce a una elevada tranquilidad mental, utilizando la conexión entre la salud física de una persona y su mente o espíritu.
El tema de la meditación ha sido profundamente estudiado en las últimas décadas debido a los avances en las tecnologías y en las nuevas informaciones, incorporando la información ya conocida desde las culturas orientales. Es más, sus efectos y beneficios suelen ser estudiados con distintas otras prácticas tales como: la respiración, el Mindfulness y en algunas ocasiones, el yoga. Sin embargo, la meditación presenta evidencia respecto a alternaciones morfológicas de la estructura cerebral, generando un beneficio en la salud mental de las personas que la practican de forma recurrente. En un trabajo realizado por Andrea Musso y Guido Aguilar sobre la meditación como proceso cognitivo-conductual, se indica que los efectos de la meditación están bien documentados en la literatura, dado que en diversas investigaciones se ha encontrado que la meditación disminuye la ansiedad y el estrés de forma efectiva, al igual que la relajación y otras técnicas cognitivo-conductuales. Asimismo, dentro de los efectos psicofisiológicos de la meditación, se han encontrado decrementos significativos en la activación psicofisiológica de forma general. Es más, incluso el metabolismo basal puede reducirse significativamente durante la meditación.
Por este motivo y otros, han sido varios clínicos y teóricos que han respaldado la meditación a lo largo de la historia; por ejemplo, A. Lazarus la recomendó, Kwee la incluyó en un listado de las 40 técnicas más empleadas en la terapia multimodal, Selye la sugirió como una terapia para combatir el estrés, entre otros. Tras analizar en profundidad el concepto, los efectos y las recomendaciones en torno a esta práctica, Andrea Musso y Guido Aguilar extienden la invitación a investigar la meditación en nosotros mismos, incluyendo el proceso de cambio y de transformación que ocurre con ella. En una revisión de literatura, Ginette Sánchez Gutiérrez publicó los efectos biopsicosociales de la meditación y el Mindfulness en la Revista de Psicología de Iztacala. Para recopilar estudios, se organizó una búsqueda según descriptores tales como: meditación, efectos psicológicos, efectos psicosociales, relajación, técnicas de meditación, Mindfulness, entre otros, incluyendo investigaciones en español e inglés.
Tras la revisión de distintos estudios, los autores concluyen que la meditación constante se puede realizar en base a un objetivo específico, como lo es la reducción del estrés o el mejor control de sintomatología por enfermedades, o simplemente con el objetivo de potenciar el desarrollo humano integral. De esta forma, los efectos de la meditación y del Mindfulness son en el bienestar psicológico y fisiológico general, contribuyendo a alejar preocupaciones o pensamientos intrusivos respecto a un problema, generando a su vez mayor conciencia y un mejor autocontrol de los procesos fisiológicos propios y de las emociones disfuncionales. En otra revisión de literatura, Pedro Arias Capdet revisa la meditación, su significado y sus efectos biológicos y psicológicos, con el fin de proporcionar información actualizada de las posibilidades terapéuticas de esta práctica. El autor comienza indicando que muchas formas de meditación implican un retiro de la atención del mundo exterior y de los patrones recurrentes de la actividad perceptual, cognitiva, emocional y motora. Dentro de los efectos biológicos y psicológicos de la meditación, el autor hace alusión a un estudio sobre la meditación budista dhammakaya, la cual produce cambios bioquímicos y fisiológicos, reduciendo también el tiempo de reacción.
En otro estudio, se observó que la meditación produce una elevación significativa de los niveles fisiológicos de melatonina, logrando así prevenir enfermedades severas. De la misma manera, la meditación tiene un impacto sobre el envejecimiento y la salud, dado que diversos estudios en ancianos han reportado que el nivel de envejecimiento es menor en hogares de ancianos que han formado parte de programas de meditación trascendental. Otras investigaciones indican que los programas de meditación han mostrado mejoras en pacientes con asma bronquial, disminución de la presión sanguínea en hipertensos, disminución del colesterol y disminución del insomnio.
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