Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), como Internet y el teléfono móvil entre otros, han generado importantes beneficios económicos, sociales e individuales. Resultan imprescindibles en el día a día de la mayoría de las personas y su uso es prácticamente universal, sobre todo entre los más jóvenes. Aunque la mayoría de las personas hacen un uso positivo y saludable de estos recursos tecnológicos, la práctica clínica y la evidencia empírica han puesto de manifiesto la aparición, en algunas de ellas, de un patrón de uso problemático asociado a distintos riesgos y consecuencias negativas. Los problemas mejor conocidos, frecuentes y graves son los referidos a las experiencias de acoso a través de las nuevas tecnologías, por un lado, y el uso problemático de Internet o adicción a Internet, por otro.
Es más, según la OMS, una de cada cuatro personas sufre trastornos de conducta relacionados con las nuevas tecnologías, los cuales se incluyen dentro de los trastornos psicológicos. Esta relación de dependencia puede ser calificada por los especialistas como pasiva, si se trata de la televisión, o activa en el caso de los videojuegos de ordenador, móviles o Internet. El tema referido a que, si el uso de las tecnologías puede ocasionar o no adicción o de que su utilización durante tiempo prolongado pudiera o no ser considerado un trastorno, es muy controversial, tanto por lo que internacionalmente está concebido como un trastorno psicológico, como por lo difícil que puede ser mensurarlo.
Sin embargo, algunos autores plantean que con el desarrollo de Internet (como recurso tecnológico de mayor uso a nivel mundial) y su crecimiento exponencial han aparecido casos de psicopatologías relacionadas con la red, como es el trastorno de dependencia de la red, el cual se ha conocido con muchos nombres: desorden de adicción a Internet, uso patológico de Internet o uso compulsivo de Internet. En una entrevista realizada al DR. Héctor Vera Cuesta, especialista en Neuropediatría, vicedirector de asistencia médica del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), planteó que son los niños y adolescentes quienes se encuentran en mayor riesgo de sufrir efectos negativos, porque son las generaciones que han ido naciendo a la par de este gran desarrollo tecnológico, y las que más cautivadas se encuentran por las novedades tecnológicas. Por ende, la adolescencia y la niñez tardía son las etapas de la vida de un ser humano más vulnerables a las adicciones de este tipo.
En relación a la población infantil, el nerviosismo, la ansiedad, el insomnio, el bajo rendimiento escolar y el rechazo a las actividades sociales son los primeros síntomas que uno puede advertir, si no como una adicción tecnológica, al menos síntomas indicativos de que pasan mucho tiempo consumiendo tecnologías, ya sea televisión, computadores o videojuegos.
El síndrome adictivo al uso de las tecnologías puede caracterizarse cuando el usuario de los recursos de las redes presenta las siguientes características:
– Es dominado en sus pensamientos, sentimientos y conducta por su uso.
– Invierte grandes cantidades de tiempo y esfuerzo en la actividad e incremento de esta.
– Altera sus estados emocionales (ansiedad, enojo) como consecuencia de implicarse en la actividad.
– Se perturba cuando es interrumpido en la actividad o se le reduce el acceso (abstinencia).
– Comienza a enfrentar problemas con las personas que lo rodean (Dentro y fuera de las RSI) o consigo mismo, o deja de atender las responsabilidades asumidas o impuestas en el trabajo, la escuela o el hogar (conflicto).
– Niega tener consecuencias por la actividad y se jacta de poderla abandonar en cualquier momento (y no lo demuestra o efectúa). Otras conductas, de menor magnitud, pero que pueden ser síntomas de alarma:
– Aislamiento de las relaciones sociales presenciales.
– Bajo rendimiento escolar – Descuido de responsabilidades o actividades importante en el entorno laboral, escolar, familiar o de pareja.
– Manifestación de euforia cuando está participando de las RSI.
– Irritabilidad o ansiedad excesiva cuando no hay conexión a las tecnologías.
– Mentir sobre el tiempo de conexión.
– Pérdida de noción del tiempo.
– Privación del sueño por estar conectado a las RSI.
Sobre los factores que pueden provocar este tipo de conductas adictivas, Vera Cuesta comentó que, aunque no existe mucho consenso al respecto, los expertos apuntan a la fácil accesibilidad a estas tecnologías por sus costos cada vez más reducidos. Otros estudios indican que el uso de las TIC puede volverse adictivo porque se considera que reducen la sensación de soledad, y como otro factor de riesgo se señalan las ilimitadas posibilidades de entretenimiento y comunicación que significan… Entonces, la suma de todos estos factores puede generar una relación de dependencia con las TIC.
Regularmente, las conductas atípicas vienen acompañadas o surgen cuando el individuo sufre (consciente o inconscientemente) de problemas consigo mismo, situación que favorece la incursión hacia problemas con los demás y que, desgraciadamente, aumentan la desadaptación personal; un círculo vicioso de posibles consecuencias funestas. Las tecnologías son un hecho real, existen y son necesarias, por tanto, no hay posibilidades de rechazo, hay que aprender a convivir con ellas y aprovechar las ventajas que nos ofrecen, a la vez que tratar de evitar o reducir los riesgos que implica su introducción y aplicación en nuestras sociedades. Lo que sí es un hecho es que ofrecen una gama importantísima de posibilidades de comunicación entre los seres humanos.
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