Nuestras emociones han sido extensamente estudiadas a lo largo de la historia, como también los neurotransmisores asociados a las mismas. La serotonina, también denominada enteramina o amina intestinal, es una sustancia química que produce nuestro cuerpo y que funciona como un importante neurotransmisor en el Sistema Nervioso Central (SNC), la cual envía señales a todo nuestro cuerpo.
La serotonina es fundamental para la modulación de la conducta social y una gran parte de las funciones fisiológicas, regulando también todas las actitudes de dominancia en animales. Según diversas investigaciones, las alteraciones en el sistema serotonérgico están relacionadas con trastornos conductuales y neurológicos en seres humanos. Por este motivo, resulta necesario conocer sus funciones, su metabolismo, reconocer los síntomas asociados a su déficit y cómo o cuando aumentar su actividad, ya sea utilizando métodos farmacológicos o no farmacológicos.
En mamíferos, los efectos de la serotonina se hacen evidentes en la regulación de la conducta social, la alimentación, el sueño, la atención, la ansiedad, el ritmo cardíaco, la conducta sexual y la generación de patrones motores como la masticación, la respiración, entre otros. Por este motivo, según un artículo publicado por Juan Sebastían Domingo y Beatriz Sebastián Sánchez, se puede disponer de más 5-TH para prolongar efectos de la serotonina en el cerebro, sin la necesidad de pasar por las reacciones adversas de los Inhibidores de Recaptación de Serotonina (ISRS); la risa o la risoterapia, la exposición a la luz solar, el ejercicio físico y la dieta, dado que el triptófano puede aumentar la serotonina a nivel cerebral en humanos y puede mejorar el humor.
En este ámbito, la dieta forma parte esencial de la regulación de los niveles de serotonina en el cerebro, siendo los alimentos altos en triptófano los ideales (frutos secos, semillas y granos). En un artículo publicado por Jonathan Leo y Jeffrey Lacasse, existe una desconexión entre la publicidad y la literatura científica en torno a la relación entre la serotonina y la depresión, habiendo una alta sobremedicalización de la sociedad. Esto se debe en gran medida debido a la publicidad dirigida a consumidores de antidepresivos, indicando que los antidepresivos Inhibidores de la Recaptación de Serotonina corrigen el desbalance químico que causa escasez de serotonina. Sin embargo, los estudios neurológicos más recientes no han confirmado la intervención de la serotonina en algún trastorno mental, cuestionando la teoría de la responsabilidad de un solo neurotransmisor en el rol de dichos trastornos. Por este motivo, según los autores, se continúa utilizando la eficacia de los ISRS para sustentar la hipótesis de la serotonina.
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Otro antecedente que cuestiona esto son los recientes estudios que comparan la eficacia de los ISRS con antidepresivos tricíclicos. En síntesis, no hay evidencia clara que corrobore la teoría de la serotonina y sí una acumulación de datos contradictorios. En otro artículo publicado por César Acevedo-Triana, Jorge Ávila-Campos y Luis Fernando Cárdenas sobre los efectos del ejercicio y la actividad motora sobre la estructura y función cerebral, el ejercicio aumenta el nivel de múltiples sustancias como lactato y glucosa.
La serotonina ha sido reconocida como un factor importante en el crecimiento de procesos neuronales, sinaptogénesis y supervivencia muscular. Es más, en programas de ejercicio agudo se han observado incrementos en los niveles de serotonina a nivel cortical e hipocampal, funcionando de cierta forma como un antidepresivo natural. También, se ha reportado que la estimulación de los receptores de la serotonina puede facilitar la memoria. Sin embargo, los efectos antidepresivos del ejercicio no son exclusivos para aumentar los niveles de serotonina, sino que complejas redes neuroquímicas podrían potenciar efectos protectores del ejercicio, tales como un aumento en la noradrenalina y BDNF.
Otro importante aspecto de la serotonina en el cerebro es la relación que esta tiene con un sueño profundo y reparador, dado que, a mayores niveles de serotonina en el cerebro, más reparador es el sueño de la persona. De hecho, según un artículo publicado por Antonio DíazNegrillo en torno a las bases bioquímicas implicadas en la regulación del sueño, la serotonina es un neurotransmisor importante en el sistema nervioso central. Es por ello que el sistema serotoninérgico tiene un rol fundamental en la regulación del ciclo vigilia-sueño, dado que la administración del L-triptófano provoca una inducción natural al sueño.
La presencia, por lo tanto, de este aminoácido en el cerebro, reduce la latencia del sueño y los despertares nocturnos. Otro aspecto importante de mencionar es que las lesiones en el núcleo dorsal del rafé producen déficit de serotonina y por lo tanto insomnio, lo cual puede ser revertido empleando 5-hidroxitriptófano.
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