A lo largo de la historia, al hablar respecto a la evolución del concepto de depresión, se contemplan varios factores que inciden directamente en él, incluidos los culturales y los neurobiológicos, sobre todo estos, en las últimas décadas adquieren una especial relevancia puesto que contribuyen con las evidencias para su sistematización, su comprensión clínica, su clasificación, su prevención y su tratamiento. A este respecto y, centrándonos en el ámbito de las depresiones, los cambios culturales contemporáneos relacionados con este afecto o humor son muchos más rápidos y profundos que en los descritos en todos los siglos pasados desde la formulación del concepto de melancolía por los antiguos griegos.

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Las primeras menciones hacen referencia a la descripción de Areteo de Capadocia, quien en el siglo I de nuestra era es uno de los primeros en describir la melancolía y la manía como los extremos de una misma enfermedad, en una caracteriza la tristeza y el abatimiento, mientras que en la otra la ira y el regocijo. Más tarde sería corroborada por los clínicos islámicos y occidentales y hasta por el propio Galeno, quien perfeccionó estos conocimientos con la descripción de la melancolía, la misma que resultaba de un exceso de bilis negra.

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Pero fue Hipócrates quien relacionó con más precisión y, basado en su teoría humoral, la descripción de los cuatro temperamentos básicos y su relación con la salud – enfermedad, en los que el melancólico resultaba tener un predominio de bilis negra a diferencia del sanguíneo (sangre), del bilioso (bilis amarilla) y del flemático (flema). Este tipo de pensamiento sobre el desequilibrio de los humores permaneció vigente hasta los siglos XV y XVII en que se establecen nuevas concepciones para la melancolía. En la época medieval, la filosofía y la religión aportaron a su definición.

Para la filosofía, la melancolía se trataba de una “alienación mental que nada tenía que ver con el cuerpo, y que incapacitaba para el ejercicio de las funciones racionales” mientras que el pensamiento mágico religioso volvió a imponerse para explicar los trastornos mentales como hechos sobrenaturales y endemoniados, en que la melancolía era propia de los poseídos, hechizados y embrujados; para la religión se trataba de “una repulsa moral», consecuencia, mediante la bilis negra, del recuerdo del pecado o de la tristeza subsiguiente al acto pecaminoso.

No está bien claro a quien se le atribuye el termino de depresión, al parecer el primero en mencionarlo es Richard Blackmore en el año 1725, que describe al Rey Guillermo III de Inglaterra, de estar deprimido en una profunda tristeza y melancolía. En los siglos XVIII y XIX, surgen las descripciones psicopatológicas de la melancolía. Pinel y Esquirol diferencian los trastornos con delirios únicos, exclusivos de la melancolía, de los delirios generales, extravagantes y furiosos que caracterizan a otras alteraciones de carácter cíclico como las psicosis maniacas.

Kraepelin establece criterios para diferenciar los distintos trastornos mentales; por ejemplo, el criterio etiológico, con el que describía a ciertos trastornos en los que se detectaban alteraciones anatomofisiológicas propias en los cuadros descritos por Alzheimer y Korsakov de otros donde no estaba seguro que estos se presentaban como en las depresiones.

En la escuela psicodinámica Sigmund Freud distinguió por primera vez los dinamismos psicológicos que subyacen a las reacciones afectivas del duelo y los síntomas de la depresión melancólica, postulando que lo característico de la melancolía es una pérdida de la autoestima manifestada clínicamente por la presencia de autorreproches. Posteriormente, el modelo cognitivo conductual de la depresión postuló la persistencia de una serie de cogniciones (consientes) erradas o distorsionadas respecto a la manera de interpretar las experiencias.

Aarón Beck en 1970 identifica la tríada cognitiva de la depresión: visión negativa de sí mismo, percepción hostil del mundo y una visión de futuro sufrida o fracasada. Se da entonces un cambio fundamental en el abordaje de los trastornos afectivos y especialmente de la depresión. Desde la hegemonía alcanzada por la psiquiatría anglosajona en general y la norteamericana en particular a final del siglo pasado, que quedó entrampada por décadas en una concepción casi exclusivamente psicodinámica del enfermar psíquico.

Aunque las hipótesis evolucionistas sobre el origen de la depresión se han postulado desde hace algún tiempo, no han dejado de ser controversiales. En la depresión, entendida como un fenómeno adaptativo, el desánimo y los síntomas asociados contribuyen con el manejo de situaciones inapropiadas o potencialmente dañinas, por ejemplo, comunicando una necesidad de ayuda o actuando como señal de sumisión en conflictos sociales en torno a la jerarquía cuando no existen posibilidades de resultar victorioso.

En situaciones de trauma o abandono, el valor evolucionista de la depresión reside en la posibilidad de terminar con un estado de angustia de separación prolongado y, por lo tanto, evitar los efectos psicobiológicos deletéreos. Como hemos visto históricamente, aunque las características de la depresión melancólica están bien definidas desde hace tiempo, su relación con el resto de las depresiones no lo están tanto.

Por un lado, algunos autores contemporáneos proponen la existencia de una heterogeneidad fundamental entre los diversos tipos de depresiones, de forma que existiría un grupo de entidades discretas denominadas depresiones y una de las cuales sería la melancólica. Por otro lado, otro grupo de autores afirman que la depresión es un continuum donde la melancolía o la depresión psicótica presentaría únicamente un extremo de gravedad o simplemente el resultado ultimo de otros procesos depresivos más leves o menores.

Sin embargo, a pesar de los diferentes puntos de vistas que se pueden encontrar en la literatura, la importancia de poder llevar a cabo esta revisión de la historia natural de la depresión nos permite de alguna u otra forma aproximarnos a un mejor entendimiento de esta, con el fin de poder abordar diferentes aspectos de la misma.

 

Centro Psicólogos Ltda – Santiago de Chile